RESUM DE UNGASS 2016 per Antoniu LLort

La ONU respalda las políticas prohibicionistas sobre drogas a pesar de la llamada dela sociedad civil para una "solución más humana"

Las políticas de fiscalización internacional de drogas se derivan de los tres principales documentos de las Naciones Unidas al respecto: la Convención Única de 1961 sobre Estupefacientes - que sentó las bases de las políticas prohibicionistas, el Convenio de 1971 sobre sustancias psicotrópicas, y la Convención de 1988 contra el tráfico ilícito de estupefacientes. Estos tres documentos definen cómo los Estados Miembros deberían formular políticas nacionales para combatir el consumo de drogas.
En la última sesión especial de la ONU contra las drogas UNGASS, en 1998, los líderes internacionales acordaron trabajar hacia un "mundo libre de drogas" para el año 2008. Obviamente un fracaso estrepitoso.
En 2016, sin novedades significativas en el frente, ha aprobado un acuerdo que deja en su lugar las políticas represivas que prohíben el uso de drogas, a pesar del creciente descontento internacional con la "guerra contra las drogas" - y las preocupaciones de las naciones que han convocado la reunión (Guatemala, Colombia, México) países que han sufrido violencia desproporcionada del narcotráfico. Los líderes de los tres países han llamado a una "solución humana” que va más allá de un enfoque en la aplicación y la penalización.
El acuerdo adoptado en el primer día de la cumbre de tres días no incluyó ninguna crítica a la pena de muerte para los delitos relacionados con las drogas, y en su lugar se pidió una mayor cooperación entre las naciones, manteniendo al mismo tiempo el marco prohibicionista que penaliza todas las sustancias que no sean usadas medicina experimental o fines científicos.
El acuerdo - llamado OUTCOME DOCUMENT "documento final" – no ha levantado ninguna sorpresa ya se conocía con antelación a la reunión y se ha aprobado casi inmediatamente después de su comienzo.
Los defensores de la despenalización en desacuerdo con la resolución de la ONU reclaman que ésta es la mejor manera para gestionar el uso de drogas, y un número cada vez mayor de países abogan para liberalizar las leyes y regular los mercados de sustancias ilícitas, especialmente alrededor de la marihuana.
Dos elementos pueden leerse positivamente del “documento final” una es el tímido mayor énfasis en la salud y el bienestar de la humanidad, pese a que hay que realizar muchos esfuerzos para convencerse de ello. El reconocimiento de la efectividad de los programas de intercambio de jeringuillas para prevenir el VIH y VHC no soluciona la omisión y rechazo a mencionar y aceptar la efectividad y necesidad de aplicar políticas de Reducción de Daño en sentido amplio. Definitivamente grave es la omisión a abolir la pena de muerte por delitos relacionados con el uso de drogas en todos los países miembros; en mi opinión este punto de la resolución es inaceptable y desmoralizante. El delegado de Indonesia fue abucheado cuando defendió el uso de la pena de muerte en su país como "un componente importante, ejemplar y disuasivo” de la política de control de drogas por activistas y miembros de la sociedad civil que han protagonizado el segundo elemento positivo y más importante de la UNGASS 2016: su crecimiento, capacidad de organización, experticidad y convicción son la única esperanza hacia una reforma de las políticas de drogas más justas y eficaces en el futuro.


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